La caída del turismo en los últimos meses en Nueva Esparta ha generado consecuencias severas dentro de la promoción de los derechos culturales en las comunidades de la entidad Insular. La venta de artesanías, zapatos y el desarrollo de festividades se han visto afectados por la paralización del sector turismo durante largos períodos.
La confección del zapato de cuero en la comunidad de El Maco es una tradición que con el paso del tiempo se convirtió en historias. Los artesanos en las poblaciones rurales del estado Nueva Esparta producto de la crisis que enfrenta el país han tenido que abandonar sus patrimonios culturales.
Asimismo, ocurre con las hamacas, las alpargatas, los chinchorros y todas estas pequeñas muestras de cultura neoespartana. Con el paso del tiempo van quedando en la historia como una especie de tradición en el olvido.
En Nueva Esparta, una gran cantidad de adultos mayores aprendieron este tipo de técnicas artísticas desde muy pequeños, para subsistir en la sociedad y lograr impulsar a sus familias a otros horizontes. Anteriormente ser un artesano era visto como un elemento común, pero representativo de la identidad regional.
Sin embargo, la disminución del turismo, la falta de recursos para desarrollar todo este tipo de obras y el desplazamiento que le han dado a la historia regional, ha provocado que la permanencia de los derechos culturales y buenas costumbres queden únicamente plasmadas en las bibliografías de historia regional.
La llegada de la pandemia impulsó la desaparición de algunas tradiciones culturales y el turismo en Nueva Esparta
Desde la llegada de la pandemia la crisis del país se agravó en diferentes sectores; la paralización del turismo y las restricciones al derecho al libre tránsito trajo consigo una caída significativa del turismo en Nueva Esparta.
Los ingresos de los artesanos y comerciantes dependientes de este campo de la sociedad estuvieron congelados durante largos meses; el déficit presupuestario en sus hogares ascendió y varias familias presentaron dificultades para acceder a los tres platos de comida diario.
“Mi papá era pintor. Yo llevo más de 10 años acá en el Valle del Espíritu Santo vendiendo cuadros alusivos a la virgen o escenarios de Margarita. A veces pueden pasar semanas y no logró vender nada en este local” comentó ante La TV Calle un comerciante del Valle del Espíritu Santo.
Artesanos margariteños afectados
La señora Rita Patiño, quien ha sido zapatera desde hace 60 años aproximadamente y junto a su difunto esposo se volvió un referente dentro de la línea de artesanos de la entidad Insular. Señaló con preocupación la pérdida de este tipo de tradiciones en las comunidades neoespartanas.
“Hoy en día muy pocas personas le dan valor al zapato maquero, en este pueblo quedan muy pocos zapateros y con el paso del tiempo la construcción de este tipo de muestras del arte en la entidad insular se ha vuelto solamente historia. Todo esto por los costoso de los materiales o el desinterés de la población con esta clase de actividades culturales” dijo la artesana.
También, Patiño hizo énfasis en la pérdida de las tradiciones religiosas de la población, ya que la ausencia de las fiestas de San Lorenzo ha influido muchísimo en la lenta desaparición de esta muestra artística en la población neoespartana.
Finalmente, la construcción de piezas artísticas en Nueva Esparta se ha vuelto un reto para los artesanos y adultos mayores. Los altos costos de los recursos y la falta de ingresos continuos que les permite emplear un modelo de negocio autosustentable.
Además, los jóvenes con el paso de los años van perdiendo su rasgos de identidad con la historia neoespartana, dejando a un lado las festividades, historias o acciones que durante años habían posicionado a la Isla de Margarita como ese paraíso tropical lleno de oportunidades para las personas.