Dos décadas después, los margariteños no olvidan el golpe de Estado fallido contra el gobierno de Hugo Chávez ocurrido el 11 de abril de 2002. Fueron tres días de película, donde transcurrieron escenas de acción acompañadas del suspenso en las calles de Caracas. Esto, sumado a otros cuadros de conspiración política y enfrentamientos armados ante una de las mayores protestas de la historia de Venezuela.
Francotiradores, militares desplegados atacando civiles, personas armadas que atentaban contra el orden público, cuya relación con el oficialismo era notoria, fueron algunos de los principales sucesos registrados en dicho evento que manchó la historia del país.
Un suceso que para muchos está categorizado como la que fue la oportunidad ideal para salir del oficialismo. Sin embargo, para otros, fue la causa por la que parte de la ciudadanía maneja cierto grado de desconfianza en los partidos de oposición en la actualidad.
Ciudadanos recuerdan con tristeza el 11 de abril de 2002
El 11 de abril de 2022 representa una fecha para recordar aquella histórica marcha que cruzó Caracas hasta el centro, donde cientos de personas presenciaron una balacera de tres horas cerca del palacio de Miraflores. Para aquel entonces se contabilizaron cerca de 19 muertos y 69 heridos.
“Yo estuve en la marcha y caminé con todas las personas que llenaron las autopistas de Caracas. También vi cómo la gente era perseguida, golpeada y sobre todo hostigada por la fuerza pública”, afirmó Juana Rivero, una manifestante del 11 de abril de 2002 que reside actualmente en la Isla de Margarita.
Rivero formó parte de esos venezolanos que ese día decidieron salir a la calle para acabar con un régimen que, para su época, estaba encaminando al país rumbo a la destrucción.
“Me parece imposible creer que han pasado 20 años desde esa fecha. Mi familia y yo empezamos a desconfiar de la oposición desde el día en el que permitieron el regreso de Chávez al gobierno”, dijo la ciudadana.
A partir de este golpe de abril de 2002, el chavismo asumió una ideología de triunfalismo en la sociedad. Por lo tanto, muchas personas se sintieron humilladas ante el retorno de Hugo Chávez al poder, lo cual generó un incremento en el control de la industria petrolera, despidiendo a miles de empleados que se sumaron a esa huelga que logró estallar una crisis en el país.
La llegada del “poder popular” a Venezuela
Este acontecimiento histórico permitió al oficialismo, desde sus espacios vinculados con el gobierno nacional, incluir en la política de Estado el denominado poder popular. Esto, como una medida efectiva para la radicalización de la sociedad venezolana en “escuálidos” y “chavistas”.
“Chávez era un líder populista de izquierda. Su salida de Venezuela el 11 de abril de 2002 para nosotros era una gota de fe. Pero, la inactividad y carencia de valor para asumir ese contexto nos llevó al regreso de Chávez dos días después. A partir de ese error de la oposición, los venezolanos comenzamos a pagar todas las consecuencias por alzarnos ante el régimen de Chávez”, señaló Rosario Colmenares, otra ciudadana.
Asimismo, Rosario comentó que la oportunidad ideal para conducir a este país rumbo a un cambio se encontraba en ese golpe de Estado. Lamentablemente, de este evento parte la mayoría de los males que enfrenta la sociedad en la actualidad.
“Si Chávez no hubiese regresado capaz nuestro futuro fuese otro. Estoy segura que la calidad de vida, por lo menos, hubiese cambiado. Pero, nuestra realidad es otra y el 11 no es un día de fiesta, sino para conmemorar a los caídos ante el oficialismo de Venezuela. A partir de ese día el oficialismo proyectó su visión dictatorial de Venezuela”, dijo la ciudadana.
Desconfianza ciudadana
Finalmente, la historia les ha venido dando la razón a los miembros de aquellos grupos que se ocuparon de llenar las calles de Caracas contra el régimen de Chávez. Además, de impulsar a las personas a buscar justicia ante las políticas autoritarias que fueron empleadas para aquel entonces.
La mayoría de los margariteños recuerdan con tristeza el 11 de abril de 2002. Emiten juicios de valor que desprestigian a los partidos políticos del país y confirman su desconfianza ante los mismos. Todo esto, por las falsas promesas que han venido construyendo durante años en la región.
