La contaminación sónica, producto del ruido que producen los equipos de música, afecta el sueño de diversas personas en las comunidades rurales de la Isla de Margarita, estado Nueva Esparta.
Adultos mayores, niños, niñas y adolescentes pasan largas horas sin dormir debido a la situación generada por la inconciencia de diversos habitantes. Pues, por medio de sus fuentes fijas de música, perturban la tranquilidad de los sectores vulnerables de la isla.
En El Maco, municipio Gómez, los adultos mayores son víctimas de las altas emisiones de ondas sonoras. Esto, ya que muchos hogares celebran de manera continua y con música alta hasta la madrugada.
“La música de mi vecino a veces no me deja dormir. Nadie hace nada. Yo paso largas horas sin poder descansar por el alto volumen de la música”, señaló Iraida Marín, habitante de la calle principal de El Maco.
También, expresó su preocupación por la omisión, por parte de las autoridades municipales, para atender esta clase de problemas. “Yo creo que las autoridades desconocen que los viejitos tenemos derecho a una vejez digna y con este ruido lo menos que tenemos es vida”, afirmó la ciudadana.
La omisión de las autoridades y la contaminación sónica
Las autoridades en el estado Nueva Esparta han dejado a un lado temas como la protección del medio ambiente, en comparación con otros sectores del país. La falta de empoderamiento ciudadano, en esta clase de temas, ha traído como consecuencia el sostenimiento de esta clase de acciones que atenta contra el orden público.
En la mayoría de los municipios se presentan altos niveles de contaminación sónica. Pues, distintos ruidos atormentan a los margariteños en sectores populares y afectan de manera significativa su desarrollo en condiciones dignas de vida.
Por ende, la desinformación en esta clase de temas ha contribuido a las omisiones de autoridades municipales. Por ejemplo, en el municipio Gómez hay familias que llevan hasta 3 años padeciendo esta clase de problemas. Los cuales nunca se han atendido con la formalidad correcta.
“Llevamos tres años escuchando, cada fin de semana, una fiesta hasta la madrugada. La música ha hecho que muchos tengamos que pasar largas noches con dolores de cabeza y anhelando la tranquilidad de nuestro pueblo de Altagracia”, indicó una habitante de la población.
Una ley penal del ambiente que solo ha quedado en papel
La pérdida de pragmatismo al momento de la implementación de textos legales ha deteriorado la seguridad jurídica de las personas en Venezuela. Muchos venezolanos han señalado en reiteradas ocasiones que “las leyes podrán ser muy buenas, pero nadie se ocupa de su cumplimiento”.
Esta es una realidad reflejada en la ley penal del ambiente, donde se garantizan medidas de carácter sustantivo para sancionar aquellas personas que produzcan agentes contaminantes en cualquier lugar del territorio nacional.
También, establece en su artículo 110 una serie de sanciones para aquel responsable de causar daños o malestares en las personas a raíz del ruido. Sin embargo, al momento de la práctica, este tipo de medidas suelen ser olvidadas perjudicando a comunidades vulnerables como es el caso del estado Nueva Esparta.